jueves, abril 29, 2004

Para un día de lluvia como este, jaja medio tristongo, les traigo un poema nuevo!! por fin pude escribir jaja andan faltando musas por estos lados parece...

Eres tu mi poema

cuando escribo estas presente,
cuando pienso en mi mente,
cuando te quiero estas ausente,
aunque siempre estas enfrente.

me complico con los versos,
lo haces simple con un beso,
me pierdo en la rima,
me subes tu la estima.

sabes tu que tanto ayudas,
yo que estoy lleno de dudas,
no tengo hoy equivocación,
eres tu mi oración.

eres tu mi poema,
eres tu mi bendición,
eres tu mi estratagema,
eres tu mi salvación

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

miércoles, abril 28, 2004

Bueno aca les va uno cortito y al pie. jaja espero les guste. Para contarles solo que me duele todo mi gomin. Tengo que aflojarle el alcohol los lunes y... estoy super lento :S

Perdi tu balcon.

de tantas casas,
hoy perdi tu balcon,
no pude buscarte,
no tuve la ocasión

te deje sola,
y no hubo intención,
solo fue mala suerte,
la que hoy me acompaño

mañana ire a tu puerta,
con flores por la razón,
es que quiero decirte,
que robaste mi corazon..

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

lunes, abril 26, 2004

Bueno aqui les va un poema de nuevo. Esta vez diria que tiene un coautor. El que le dio el titulo y el que me dio una frase: ESQUIVANDO SOMBRAS ES OTRO BLOGS, uno que leo muy seguido y le quise dar un buen homenaje. Tanto su titulo como mucho de lo que escribe me tiene muy pensativo ultimamente. De verdad esta persona sabe lo que hace. Lo mas bueno es que no se casi absolutamente nada sobre esa persona, solo que escribe muy bien y vive... esquivando sombras

Esquivando Sombras.

esquivando sombras vivo,
y hoy no tropiezo,
aunque este sea el comienzo,
y la penumbra no deje ver el final...

en este mundo grisacio,
gira todo aqui despacio,
uno ama los olores,
aun no habiendo aqui flores.

no puedo yo ver tu cara,
pero es tu voz la que da vida,
a esa imaginación, querida
que me hace seguirte...

penunbras y contraluces,
ofrecen el reto,
es ahi donde me meto,
y tu me ayudas a salir..

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

domingo, abril 25, 2004

Este es un domingo raro, no hubo mucho para ponerse contento pero fue mas lindo que lo normal. Ojala no empeore que bastante bien que estamos. Ademas para darle un sumun pude escribir alguin.. no es muy buena onda jajapero bueno la cosas salieron asi :p

Lo que voy inventando.

perdido en el laberinto,
de la entrada a tu vida,
muestra me tu la via,
para poder entrar y salir

soy un vagabundo,
que a perdido el rumbo,
y las ganas, todas las ganas,
de ponerselo a buscar.

no me tiras ni señales,
no hay nada que buscar,
en ti no encuentro,
lo que quiero encontrar.

se que me estoy equivocado,
buscando en ti,
lo que no estoy encontrando,
lo que voy yo inventando...

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

viernes, abril 23, 2004

Bueno, estoy algo tristongo hoy. Asi que les va un poema algo depre que salio de toda esta mala onda. Espero les guste, aunque no le den mucha bola... Por ultimo gracias a Agus que esta por cambiar el mundo y con ello me va a hacer unos retoques asi quedo divino jajaj y me la va ayudar con la MOROCHA. Gracias Agus!!!

Implorando.

desde abajo se siente,
lo poco que queda de mi,
se corta la corriente,
de la verdad iriente...

duele sentir en carne propia,
que da lastima uno mismo,
que ah caido en un avismo,
del que dificil saldra.

de rodillas explora,
mi alma ella sola,
A Dios implorando,
que la vaya salvando

para no arder en el infierno,
porque ya ardio aqui viviendo,
esta la pobre pidiendo frescura,
como se implora perdon al cura.

Osvaldo Facundo Benitez Meabe.

jueves, abril 22, 2004

Bueno aca les publico un poema, no es mio sino de Laura Balbuena. Que por cierto me gusto mucho, y espero que a ustedes tambien. Asi le podemos ver lo delicioso a la muerte...

Deliciosa muerte


Me llena el vacío cuando tú no estás

El tiempo no es tiempo y parece detenerse

Pienso tus ojos y pienso tus labios

Y siento suave y tierno el ardor de tu mirada



Si las llamas son producto de tu boca

Y el calor un compuesto de tus manos

Que deliciosa muerte me espera

Pues no me importaría morir en tu asfixia.



Solo un favor y no lo olvides te pido

Tócame lentamente y besame con suavidad

Porque no quisiera perderme el goce

De disfrutar cuando me mates tiernamente.



Que desangren mi ser y mi alma,

Que sean mis huesos cenizas de amor.

Porque prefiero desangrarme en tu cuerpo

Y no morir pensando tus ojos y deseando tus labios

Laura Ines Balbuena.

Gracias Laura!!!!!

miércoles, abril 21, 2004

Bueno, espero que les guste lo ultimo que escribi, lo escribi recien ( miren la hora), y ya me voy a dormir porque no doy mas. Pero queria darme el gusto de que salga algo hoy. Le agradezco a la morocha ideal ( o no tan ideal). Dulce sueños...

Morocha.

gracias a tu gracias,
yo tengo la suerte,
de poder al verte,
saber que es quererte.

quererte es como volar,
sencillo, facil de disfrutar,
uno siempre quiere inovar,
queriendo tu amor encontrar.

tu sonrisa de cristal,
hace a tus besos imaginar,
de tan solo tus labios tocar,
un ida y vuelta al cielo podria lograr.

gracias por tan poco,
que siendo tuyo es mucho....

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

martes, abril 20, 2004

Hoy pude dormir por fin!!!. Estoy super contento jaja y para colmo no tengo mas que masajes que hacer a la tarde. Asi que les voy a poner alguna poesia medio vieja pero super positiva y linda. Espero les guste.
Mi comienzo, mi final..

rocio de mi alba,
destello matinal,
eres mi comienzo,
eres mi final.

cuanto yo quiero
tu me lo das,
cuanto mas busco,
mas facil es encontrar

que facil se hace,
vivir sin esperar;
que linda es la vida,
si tu la haces especial

con tu pelo al viento
con tu forma de hablar,
con eso tan tuyo,
con esa manera de tratar.

gracias mi vida,
por tanta alegria;
por hacerla mia,
tu forma de amar..
Osvaldo Facundo Benitez Meabe

lunes, abril 19, 2004

Bueno para subir el nivel, y darles un poco de fuerzas si es que como yo, el lunes ya los agoto. Les publico este poema de el escritor Famoso ALMAFUERTE. Espero que les guste, a mi ya se me estan cerrando los ojos por estar mas de 24 hs despierto. Y no hice nada para colmo!!!. Bueno arriba el animo falta menos para el viernes!!!.

No te des por vencido...

Pedro B. Palacios

Almafuerte


No te des por vencido ni aún vencido,

no te sientas esclavo ni aún esclavo,

trémulo de pavor, piénsate bravo,

y arremete feroz, ya mal herido.



Ten el tesón del clavo enmohecido

que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo.

No la cobarde intrepidez del pavo

que amaina su plumaje al primer ruido.



Procede como Dios que nunca llora

o como Lucifer, que nunca reza,

o como el robledal, cuya grandeza

necesita del agua y no la implora.



Que muerda y vocifere vengadora

ya rodando en el polvo tu cabeza.

Para festejar la llegada del Lunes, y la salida del Domingo (odio los domingos). Les traigo de el cajon de recuerdos algo que escribi ya hace mucho tiempo. Pero que me gusta mucho y quiero compartir con ustedes. Espero les guste, y que tengan una buena semana. Y que deje de llover de una buena vez tambien...

Aqui.

aqui donde todo tiene sentido,
donde nada sale sin permiso,
donde nadie dice nada sin pensar,
donde todo queda en su lugar.

aqui donde te conoci,
donde te perdi,
donde te fuiste sin despedir,
donde todo tiene su fin.

aqui me quedo pensando sin sentido,
lo que muchos no pueden decir,
lo que todos siempre callan,
lo que yo te puedo pedir...

aqui nace mi llanto,
y mi risa tambien aqui,
aqui nace lo que siento,
y lo que no siento tal vez.

aqui pierdo y a veces gano,
aqui te veo, y tambien te extraño,
aqui no puedo, y a veces lo hago,
aqui lo digo, y a veces callo.

aqui es donde todo sucede,
donde se encuentra la lava con la nieve,
donde el bien y el mal no se pueden separar,
y donde tu y yo no nos llevamos mal...

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

domingo, abril 18, 2004

Con el sueño en huelga

mi sueño esta de huelga,
y todo hasta que vuelvas,
es que tu te has ido,
y aqui todo esta podrido

no parezco tener rumbo,
si soy muro me derumbo,
parece como que me undo,
cada vez mas profundo

solo pido ver tus ojos,
esos dos luceros,
que saben ver lo bueno,
cualquiera sea el paisaje...

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

viernes, abril 16, 2004

Bueno amigos por fin otra vez les pongo algo que hice yo para leer, espero que les guste. De seguro leo yo nomas esto mas adelante pero bueno. Por esas cosas de la vida y de la internet quizas alguno se cruce con este blog y lea este post. Si eso fuera a suceder, entonces deje su mensaje dicendome que le desperto ver tal comentario. Por ultimo gracias QUERIDA este va por vos... suerte este finde!!!

Si tu pudieras..

si tu pudieras ver en mi,
las cosas que yo en ti,
perfecta manera seria,
la pareja mas medida..

el mundo seria parejo,
tu y yo un solo espejo,
tu sonrisa seria la mia,
y tu yo ya agua cristalina.

el alma tendriamos cruzadas,
una con otra bien atadas,
ya no tendriamos salida,
las dos estarian perdidas.

Osvaldo Facundo Benitez Meabe.

jueves, abril 15, 2004

Un poema muy muy viejo jajaj pero bueno ya vendra otra inspiración y les pondre algo fresco. Mientras esto es lo que hay, espero les guste. Gracias Angelito, por la inspiración. Paso mucho pero me acuerdo ;).
Soltarte

Trata la vida
de quererme alejar
de aquello que quiero
y no puedo olvidar
_:_

me voy desprendiendo
per no puedo soltar
tus largos recuerdos
tu forma de amar
_:_

se desgarran mis uñas
de tanto apretar,
tu vida con fuerza
con quiero soltar
_:_

me sangran los ojos
de tanto llorar
por los besos que me diste
y hoy no me das.
_:_

maldita la vida
que me obliga a dejar
lo que tanto quiero
y no puedo olvidar.

Osvaldo Facundo Benitez Meabe.

Tan solo una hoja.

Una hoja en blanco, si un papel. Quizas no signifique tanto, quizas no sea nada. Pero para mi es tanto, o puede llegar a tanto que la veo como un mundo en brasas. Es el despertar de un poema, es el nacer de un cuento. Es el habitad de las novelas. La fuente de vida de mi vicio de lectura, que habeces alcanza algo de locura. Quizas no sea nada, pero para mi es tanto. Vale mucho, y no saben cuanto. Que puede valer mas que la viva expresion de mi pensar. Es el tener parte del alma, decifrada y a la vista, es obtener la conquista entre nosotros y el mundo real. Es el medio para plasmar, las mas reconditas obseciones de nuestro pensar. Es un pedazo de papel y nada mas. Una hoja suelta. Un papel vulgar. Es casi como un mundo, donde tanto se puede crear. Eso es una hoja en blanco, eso tan solo, eso nomas. Con solo eso me alcanza para volverla a mirar. Ver todo lo que vale, sin valer mucho para los demas.
Osvaldo Facundo Benitez Meabe

No es mio ni mucho menos, pero bueno es una canción linda y para una noche como la de hoy, 15/04/04 esta bien. Mas adelante les prometo mas cosas personales ;) suerte!!!
Me va a extrañar

Cada mañana el sol nos dío en la cara al despertar,
cada palabra que le pronuncié
la hacia soñar.
No era raro verla en el jardín
corriendo trás de mi,
y yo dejandome alcanzar, sin duda,
era feliz.

Era una buena idea cada cosa sugerida,
ver la novela en la televisión,
contarnos todo,
Jugar eternamente el juego limpio
de la seducción.
Y las peleas terminarlas siempre en el sillón.

Me va a extrañar, al despertar
en sus paseos por el jardín
cuando la tarde llegue a su fin.
Me va a extrañar, al suspirar
porque el suspiro será por mi,
porque el vacío la hará sufrir.

Me va a extrañar, y sentirá
que no habrá vida después de mi,
que no se puede vivir así,
Me va a extrañar,
cuando tenga ganas de dormir y acariciar.

Al mediodía era una aventura en la cocina
se divertía con mis ocurrencias,
y reía.
Cada caricia le avivaba el fuego a nuestra chimenea
era sencillo pasar el invierno en compañía.

Estribillo...
Ricardo Montaner

miércoles, abril 14, 2004

Sangrando el alma.

Un poco de todo,
y mucho de nada,
yo tengo un poco tuyo,
y tu todo me sacas.

Todo es relativo,
y todo tambien cambia,
de todo lo que tengo,
ya no tengo nada.

Ya eh perdido mucho,
y no eh ganado nada,
con todo lo que sufro,
me esta sangrando el alma.

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

martes, abril 13, 2004

Querida.

te estoy viendo querida,
te contemplo quizas,
aun tu no lo sabes,
pero algun dia lo sabras..

querida tu no lo sabes,
yo te lo voy a contar,
es que te estoy extrañando mucho,
mas de lo que te puedes imaginar

querida vendra la hora,
en que yo me tendre que animar,
que no tendre otra salida,
que tenerte que confesar,

de lo mucho que te extraño,
de lo tanto que te quiero,
de lo mucho que me muero,
yo por ser tu compañero..

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

De como un día decidi ser perfecto.

No naci para ser un heroe, pero quizas hoy pueda ser un uno. Quizas hoy pueda hacer lo que nadie, de la mejor manera. Hoy, si tengo suerte, puedo ser el hombre mas afortunado del mundo.Quizas pueda ser reconocido en la calle, y mejor aun conseguir que me pongan una estatua en mi honor. Hoy es el día en que puedo llegar a ser aquello que soñe en mi infancia. Quizas consiga que alguna señorita se rinda a mis pies. Si soy afortunado, yo tambien podre corresponderle sus sentimientos.....
Estoy decidido a intentar desde hoy ser perfecto... aunque en un breve reflejo de lucidez piense, ¿ no sera mejor no serlo?. Quizas sea mejor ser normal, cometer mis errores, ganarme el reconocimiento a pesar de mis errores. Mi breve reflejo de lucidez me dio la razón. Y acorde que desde hoy intentare ser perfecto, aunque sepa no alcanzare a serlo. No esperare nada a cambio, mas que lo que tengo. Y vivire siempre conciente de lo bien que me hacen mis defectos....
Sonriente despues del pensamiento, por fin pude conciliar el sueño...
Osvaldo Facundo Benitez Meabe

lunes, abril 12, 2004

Carta a una imposible..

Quisiera decite que me haces falta, que no veo la hora de estar a tu lado. Quisiera poder escribirte mas a menudo, quisiera hacerlo de la mejor manera. Puede que te parezca raro pero de verdad eres importante para mi. No sabes lo bien que me haces a veces. Aunque nunca estuvimos juntos. Nunca nos vimos, y nunca esto vaya a suceder. No sabes lo bien que me haces. Ordenas mis ideas, desordenas tambien mi ser, todo con un equilibrio envidiable. Surtes tu, en mi efectos. Dejando en mi, marcas e historias, que nunca voy a olvidar, a pesar de que nunca existieron. Gracias por todo y gracias por nada, porque tu imposibilidad te hace importante y a la vez te hace nada. Gracias por cambiarme tanto sin haber cambiado nada, gracias por ser, siendo imposible...
Osvaldo Facundo Benitez Meabe

Quedate.

quedate esta noche,
es tan solo una noche mas,
es otra luna llena juntos,
otra noche junto al mar...

es otro camino al cielo,
que no vamos a encontrar,
es otro sueño juntos,
que vamos a transitar...

quizas no logremos nada,
quizas lleguemos donde nadie mas,
quizas terminemos juntos,
quizas no terminemos, quizas...

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

domingo, abril 11, 2004

Domingo.
No puedo escribir hoy, estoy bloqueado. Quizas por ser domingo estoy atravezado. No tiene mucho sentido, pero los domingos me trabo. Es un tiempo muerto, es estar suspendido. Es como estar perdido y los lunes volverse a encontrar. Es un borron y cuenta nueva. El domingo es vivir una semana en 24hs, es pensar lo que viene y lo que acabas de pasar. Es domingo y no lo puedo evitar. ¿Sera para tanto, o sera solo un día mas?.
Osvaldo Facundo Benitez Meabe.

Para esa chica que me mira y me enciende.

Mírame

mirame y no me dejes,
que cuando miras,
la vida vuelve,
queriendome mas...

mirame cielo,
que cuando te veo,
la vida vuelve,
y no la extraño mas.

esos tus ojos,
que me miman sin tocar,
que me hacen volar,
desde el cielo despegar,

esos que hacen,
la locura desatar,
a los cuerdos bobetear,
a los locos enamorar.

no me dejes de mirar,
al menos hazlo una vez mas,
que la vida es muy linda,
y es mas linda si me mirás.....

Osvaldo Facundo Benitez Meabe.

Devido a problemas no pude publicar ayer... en breve les publico lo que iva en la fecha

sábado, abril 10, 2004

Bueno seguramente cuando lean esto ya va a ser pascua o quizas haya pasado. Igual Felices Pascuas para todos!!!.
DERA

Otra noche de insomnio y otra vez publico un poema, este es medio viejo pero bueno servira como para no dejarlos sin una lectura sonambula. Adios a todos y que puedan conciliar el sueño...
Te extraño ladrona.

fuiste tu otra vez,
la que se robo lo mio,
aquello que quiero,
aquello que no olvido

fue tu culpa esta vez,
haberlo robado,
tu lo buscaste,
no nos hagamos..

la quiero de vuelta,
o quiero algo a cambio,
sino mi vida,
sin mi vida no hay trato

siento un vacio,
y no lo estas llenando,
te robaste mi vida,
y no hay nada a cambio..

te fuiste en la noche,
y la oscuridad te tapo,
nadie lo supo,
nadie te culpo

extraño mi vida,
extraño lo robado,
te extraño ladrona,
por haberme enamorado

Osvaldo Facundo Benitez Meabe


jueves, abril 08, 2004

Naufragando en Tí

sabiendo el futuro,
estoy pensando sentado,
todo lo que hemos pasado,
y todo lo que va a venir...

estamos en el medio,
ya estamos metidos,
pretendes haber salido,
pero es que te has perdido..

no hay osadia,
la cosa esta perdida,
el destino nos saluda,
en señal de despedida

perdimos nuestro rumbo,
encayamos en la bahia,
rompimos nuestro bote,
y no tenemos salvavidas...

pero te tengo a ti,
y eso nos cambia querida,
brujula guia,
salvaste mi vida...

Osvaldo Facundo Benitez Meabe


miércoles, abril 07, 2004

busca tu la agudeza


sabes de tu presencia,
aun con tu inocencia,
lo sabes y abusas,
de todas las excusas..

quieres la verbalidad,
crees ver ahi la verdad,
que equivocada formalidad,
la que nos lleve a pronunciar..

¿no ves tu la magia?,
que tiene la gracia,
¿no ves tu el modo?,
expresado en el todo

no busque lo grotezco,
disfruta la sutileza,
busca tu la agudeza,
a la hora de actuar..

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

Compañero de la luna

el silencio me atrapa
me encuentra llorando aqui
es que no encuentro manera
de volver a repetir

aquellas noches
muertas por ahi
todas ellas solas
hacen como soy asi

compañero de la luna
y solitario aprendiz
de como se vive sin miedo
perdiendole el miedo a vivir

OSVALDO FACUNDO BENITEZ MEABE

Monologo del Perro..

Yo no creo haber hecho nada malo esta mañana....
Me parecieron todos muy nerviosos. Iban y venían por los pasillos, esquivándose unos a otros.
Ella le gritaba a la madre de él, y los dos niños, con las manos llenas de cosas, entraban en el dormitorio de los padres, que yo tengo prohibido.
La pequeña –la más amiga mía- chocó contra mí dos o tres veces. Yo le buscaba los ojos, porque es la mejor manera que tengo de entenderlos : los ojos y las manos. El resto del cuerpo ellos lo saben dominar y, si se lo proponen, pueden engañarte y engañarse entre sí; pero las manos y los ojos, no.
Sin embargo, esta mañana mi pequeña ni me quería mirar. Sólo después de ir detrás de ella mucho tiempo, en aquel vaivén desacostumbrado , me dijo: “Drake , no me pongas nerviosa. ¿ No ves que no vamos de veraneo, y están los equipajes sin hacer?” Pero no me tocó ni me miro. Yo , para no molestar , me fui a mi rincón, me eché encima de mi manta y me hice el dormido.
También a mi me ilusionaba el viaje. Les había oído hablar días del mar y de la montaña. No sabía con certeza qué habían elegido; pero comprendo que , en las vacaciones – y más en estas , que son mas largas que las otras dos- mi pequeña podrá estar todo el día conmigo . Y lo pasaremos muy bien , estemos donde estemos , siempre que sea juntos...
Tardaron tres horas en iniciar la marcha. Fueron bajando las maletas al coche, los paquetes, la comida- que olía a gloria- y los envoltorios del ultimo momento. Yo necesitaba correr de arriba abajo por la escalera pero me aguanté. Cuando fueron a cerrar la puerta , eché de menos mi manta. Entré en su busca; me senté sobre ella; pero el me llamó muy enfadado. – “ ¡Drake, venga! “ - , y no tuve mas remedio que seguirlo.
Mientras bajaba , caí en la cuenta de que, en el lugar al que fuéramos , habría otra manta. Ellos siempre tienen razón . Los tres mayores , mi pequeña , su hermano y yo.... Era difícil caber en aquel coche, tan cargado de bultos; pero estabamos bien, tan apretados todos.
Yo me acurruqué en la parte de atrás, bajo los pies de los niños. La madre de él se sentó en un extremo , que suele ser su sitio, y todavía no se le habían olvidado las voces de ella , porque no decía nada; solo miraba las calles y las calles y la luz, que era muy fuerte, a través del cristal... Los niños se peleaban con cualquier pretexto esta mañana; seguían muy nerviosos. Yo sufrí sus patadas con tranquilidad, porque sabía que no iban a durar y porque era el principio de las vacaciones.
Cuando, de pronto, el niño le dio un coscorrón a mi pequeña , yo le lamí en cambio las piernas con cariño; pero ella me dio un manotazo , como si la culpa hubiera sido mía. La miré para ver si sus ojos me decían lo contrario.
Ella, mi pequeña quiero decir , no me miraba. Fue cuando ya habíamos perdido de vista la ciudad . Él se echó a un lado y paró el coche . los de delante daban voces los dos no se si por qué discutían o por qué . La madre de él no decía nada ; ya antes había empezado a decir algo , y ella la corto con muy malos modales .
Tampoco los niños decían nada .....
Él bajó del coche y cerro de un portazo; le dio la vuelta; abrió la puerta del lado de los niños, y me agarró por el collar.
Yo no entendí. Quizá quería que hiciese pis , pero yo lo había hecho en un árbol mientras cargaba y disponía los bultos. Empujó con violencia las puerta , y volvió a sentarse al volante .
Oí el ruido del motor .
Alcé las manos hacia la ventanilla ; me apoyé en el cristal ,detrás de él vi la cara de mi pequeña con los ojos muy redondos ; le temblaban los labios ... Arrancó el coche , y yo caí de bruces.
Corrí tras él , porque no se daban cuenta de que yo no estaba dentro ; pero aceleró tanto que tuve que detenerme cuando ya el corazón se me salía por la boca... Me aparté, porque otro coche, en dirección contraria, casi me arrolla.
Me eché a un lado, a esperar y a mirar , porque estoy seguro de que volverán por mí.......Tanto miraba en la dirección de los desaparecidos que me distraje y un coche negro no pudo evitar atropellarme....... No ha sido mucho: un golpe seco que me tiró a la cuneta.....
Aquí estoy.
No me puedo mover. Primero porque espero que vuelvan a este mismo sitio en el que me dejaron ; segundo , porque no consigo menear esta pata. Quizá el golpe del coche negro aquél no fue tan poca cosa como creí........
Me duele la pata hasta cuando me la lamo.
Me duele todo.......
Pronto vendrá mi pequeña y me acariciará y me mirará a los ojos. Los ojos y las manos de mi pequeña, nunca serán capaces de engañarme.
Aquí estaré... Si tuviese siquiera un poco de agua: hace tanto calor y tengo tanto sueño......
No me puedo dormir. Tengo que estar despierto cuando lleguen ...
Me siento más solo que nadie en este mundo ... Aquí estaré hasta que me recojan.

Amor a escondidas..

¿como encontrate,
si buscarte no puedo?,
¿como seguirte,
si el camino no entiendo?..

¿como hacer para decirte,
lo que no debo?,
¿como hacer para callarlo,
si no puedo?...

sin explicaciones,
los dos ya lo sabemos,
sin decir una palabra,
ya nos comprendemos...

mira tu mis ojos,
que mentirte no pueden,
ignora tu a mi boca,
que callada obedece...

si sabes tu la salida,
dame un poco de paz querida,
deja tu voz volar alto,
para que pueda pegar el salto

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

Otra noche de insomnio que soportar, otra noche que los posteo para acompañarme un poco mas. No por dar lastima, pero que bien me vino volver a plubicar. El tiempo libre en mis manos puede llegar a ser una arma que hace mal. El dobe filo de la saga es lo que me suele cortar. La musica a esta hora se hace monotona y el tiempo da su nota ya sin sonar. Cuida la palabra porque estoy hablando sin conversar. Puede que sea loco, pero todo es por necesidad... Adios amigos, gracias por una noche solitaria en compania otra vez mas... Gracias!!

martes, abril 06, 2004

Gabriel García Márquez
(Aracata, Colombia 1928—)



Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo
(1955)




El invierno se precipitó un domingo a la salida de misa. La noche del sábado había sido sofocante. Pero aún en la mañana del domingo no se pensaba que pudiera llover. Después de misa, antes de que las mujeres tuviéramos tiempo de encontrar un broche de las sombrillas, sopló un viento espeso y oscuro que barrió en una amplia vuelta redonda el polvo y la dura yesca de mayo. Alguien dijo junto a mí: “Es viento de agua”. Y yo lo sabía desde antes. Desde cuando salimos al atrio y me sentí estremecida por la viscosa sensación en el vientre. Los hombres corrieron hacia las casas vecinas con una mano en el sombrero y un pañuelo en la otra, protegiéndose del viento y la polvareda. Entonces llovió. Y el cielo fue una sustancia gelatinosa y gris que aleteó a una cuarta de nuestras cabezas. Durante el resto de la mañana mi madrastra y yo estuvimos sentadas junto al pasamano, alegre de que la lluvia revitalizara el romero y el nardo sedientos en las macetas después de siete meses de verano intenso, de polvo abrasante. Al mediodía cesó la reverberación de la tierra y un olor a suelo removido, a despierta y renovada vegetación, se confundió con el fresco y saludable olor de la lluvia con el romero. Mi padre dijo a la hora de almuerzo: “Cuando llueve en mayo es señal de que habrá buenas aguas”. Sonriente, atravesada por el hilo luminoso de la nueva estación, mi madrastra me dijo: “Eso lo oíste en el sermón”. Y mi padre sonrió. Y almorzó con buen apetito y hasta tuvo una entretenida digestión junto al pasamano, silencioso, con los ojos cerrados pero sin dormir, como para creer que soñaba despierto.
Llovió durante toda la tarde en un solo tono. En la intensidad uniforme y apacible se oía caer el agua como cuando se viaja toda la tarde en un tren. Pero sin que lo advirtiéramos, la lluvia estaba penetrando demasiado hondo en nuestros sentidos. En la madrugada del lunes, cuando cerramos la puerta para evitar el vientecillo cortante y helado que soplaba del patio, nuestros sentidos habían sido colmados por la lluvia. Y en la mañana del lunes los había rebasado. Mi madrastra y yo volvimos a contemplar el jardín. La tierra áspera y parda de mayo se había convertido durante la noche en una substancia oscura y pastosa, parecida al jabón ordinario. Un chorro de agua comenzaba a correr por entre las macetas. “Creo que en toda la noche han tenido agua de sobra”, dijo mi madrastra. Y yo noté que había dejado de sonreír y que su regocijo del día anterior se había transformado en una seriedad laxa y tediosa. “Creo que sí —dije—. Será mejor que los guajiros las pongan en e corredor mientras escampa”. Y así lo hicieron, mientras la lluvia crecía como árbol inmenso sobre los árboles. Mi padre ocupó el mismo sitio en que estuvo la tarde del domingo, pero no habló de la lluvia. Dijo: “Debe ser que anoche dormí mal, porque me he amanecido doliendo el espinazo”. Y estuvo allí, sentado contra el pasamano, con los pies en una silla y la cabeza vuelta hacia el jardín vacío. Solo al atardecer, después que se negó a almorzar dijo: “Es como si no fuera a escampar nunca”. Y yo me acordé de los meses de calor. Me acordé de agosto, de esas siestas largas y pasmadas en que nos echábamos a morir bajo el peso de la hora, con la ropa pegada al cuerpo por el sudor, oyendo afuera el zumbido insistente y sordo de la hora sin transcurso. Vi las paredes lavadas, las junturas de la madera ensanchadas por el agua. Vi el jardincillo, vacío por primera vez, y el jazminero contra el muro, fiel al recuerdo de mi madre. Vi a mi padre sentado en el mecedor, recostadas en una almohada las vértebras doloridas, y los ojos tristes, perdidos en el laberinto de la lluvia. Me acordé de las noches de agosto, en cuyo silencio maravillado no se oye nada más que el ruido milenario que hace la Tierra girando en el eje oxidado y sin aceitar. Súbitamente me sentí sobrecogida por una agobiadora tristeza.
Llovió durante todo el lunes, como el domingo. Pero entonces parecía como si estuviera lloviendo de otro modo, porque algo distinto y amargo ocurría en mi corazón. Al atardecer dijo una voz junto a mi asiento: “Es aburridora esta lluvia”. Sin que me volviera a mirar, reconocí la voz de Martín. Sabía que él estaba hablando en el asiento del lado, con la misma expresión fría y pasmada que no había variado ni siquiera después de esa sombría madrugada de diciembre en que empezó a ser mi esposo. Habían transcurrido cinco meses desde entonces. Ahora yo iba a tener un hijo. Y Martín estaba allí, a mi lado, diciendo que le aburría la lluvia. “Aburridora no —dije. Lo que me parece es demasiado triste es el jardín vacío y esos pobre árboles que no pueden quitarse del patio”. Entonces me volvía mirarlo, y ya Martín no estaba allí. Era apenas una voz que me decía: “Por lo visto no piensa escampar nunca”, y cuando miré hacia la voz, sólo encontré la silla vacía.
El martes amaneció una vaca en el jardín. Parecía un promontorio de arcilla en su inmovilidad dura y rebelde, hundidas las pezuñas en el barro y la cabeza doblegada. Durante la mañana los guajiros trataron de ahuyentarla con palos y ladrillos, Pero la vaca permaneció imperturbable en el jardín, dura, inviolables, todavía las pezuñas hundidas en el barro y la enorme cabeza humillada por la lluvia. Los guajiros la acostaron hasta cuando la paciente tolerancia de mi padre vino en defensa suya: “Déjenla tranquila —dijo—. Ella se irá como vino”.
Al atardecer del martes el agua apretaba y dolía como una mortajada en el corazón. El fresco de la primera mañana empezó a convertirse en una humedad caliente; era una temperatura de escalofrío. Los pies sudaban dentro de los zapatos, No se sabía qué era más desagradable, si la piel al descubierto o el contacto con la ropa en la piel. En la casa había cesado toda actividad. Nos sentamos en el corredor, pero ya no contemplábamos la lluvia como el primer día. Ya no la sentíamos caer. Ya no veíamos sino el contorno de los árboles en la niebla, en un atardecer triste y desolado que dejaba en los labios el mismo sabor con que se despierta después de haber soñado con una persona desconocida. Yo sabía que era martes y me acordaba de las mellizas de San Jerónimo, de las niñas ciegas que todas las semanas vienen a la casa a decirnos canciones simples, entristecidas por el amargo y desamparado prodigio de sus voces. Por encima de la lluvia yo oía la cancioncilla de las mellizas ciega y las imaginaba en su casa, acuclilladas, aguardando a que cesara la lluvia para salir a cantar. Aquel día no llegarían las mellizas de San Jerónimo, pensaba yo, ni la pordiosera estaría en el corredor después de la siesta, pidiendo como todos los martes, la eterna ramita de toronjil.
Ese día perdimos el orden de las comidas. Mi madrastra sirvió a la hora de la siesta un plato de sopa simple y un pedazo de pan rancio. Pero en realidad no comíamos desde el atardecer del lunes y creo que desde entonces dejamos de pensar. Estábamos paralizados, narcotizados por la lluvia, entregados al derrumbamiento de la naturaleza en una actitud pacífica y resignada. Solo la vaca se movió en la tarde- De pronto, un profundo rumor sacudió sus entrañas y las pezuñas se hundieron en el barro con mayor fuerza. Luego permaneció inmóvil durante media hora, como si ya estuviera muerta, pero no pudiera caer porque se lo impedía la costumbre de estar viva, el hábito de estar en una misma posición bajo la lluvia, hasta cuando la costumbre fue más débil que el cuerpo. Entonces dobló las patas delanteras (levantadas todavía en un último esfuerzo agónico las ancas brillantes y oscuras), hundió el babeante hocico en el lodazal y se rindió por fin al peso de su propia materia en una silenciosa, gradual y digna ceremonia de total derrumbamiento. “Hasta ahí llegó”, dijo alguien a mis espaldas. Y yo me volví a mirar y vi en el umbral a la pordiosera de los martes que venía a través de la tormenta a pedir la ramita de toronjil. Tal vez el miércoles me habría acostumbrado a ese ambiente sobrecogedor si al llegar a la sala no hubiera encontrado la mesa recostada contra la pared, los muebles amontonados encima de ella, y del otro lado, en un parapeto improvisado durante la noche, los baúles y las cajas con los utensilios domésticos. El espectáculo me produjo una terrible sensación de vacío. Algo había sucedido durante la noche. La casa estaba en desorden; los guajiros, sin camisa y descalzos, con los pantalones enrollados hasta las rodillas, transportaban los muebles al comedor. En la expresión de los hombres, en la misma diligencia con que trabajaban se advertía la crueldad de la frustrada rebeldía, de la forzosa y humillante inferioridad bajo la lluvia. Yo me movía sin dirección, sin voluntad. Me sentía convertida en una pradera desolada, sembrada de algas y líquenes, de hongos viscosos y blandos, fecunda por la repugnante flora de la humedad y de las tinieblas. Yo estaba en la sala contemplando el desierto espectáculo de los mueble amontonados cuando oí la voz de mi madrastra en el cuarto advirtiéndome que podía contraer una pulmonía. Solo entonces caí en la cuenta de que el agua me daba en los tobillos, de que la casa estaba inundada, cubierto el piso por una gruesa superficie de agua viscosa y muerta.
Al mediodía del miércoles no había acabado de amanecer. Y antes de las tres de la tarde la noche había entrado de lleno, anticipada y enfermiza, con el mismo lento y monótono y despiadado ritmo de la lluvia en el patio. Fue un crepúsculo prematuro, suave y lúgubre, que creció en medio del silencio de los guajiros, que se acuclillaron en las sillas, contra las paredes, rendidos e impotentes ante el disturbio de la naturaleza. Entonces fue cuando empezaron a llegar noticias de la calle. Nadie las traía a la casa. Simplemente llegaba, precisas, individualizadas, como conducidas por el barro líquido que corría por las calles y arrastraba objetos domésticos, cosas y cosas, destrozos de una remota catástrofe, escombros y animales muertos. Hechos ocurridos el domingo, cuando todavía la lluvia era el anuncio de una estación providencial, tardaron dos días en conocerse en la casa. Y el miércoles llegaron las noticias, como empujadas por el propio dinamismo interior de la tormenta. Se supo entonces que la iglesia estaba inundada y se esperaba su derrumbamiento. Alguien que no tenía por qué saberlo, dijo esa noche: “El tren no puede pasar el puente desde el lunes. Parece que el río se llevó los rieles”. Y se supo que una mujer enferma había desaparecido de su lecho y había sido encontrada esa tarde flotando en el patio.
Aterrorizada, poseída por el espanto y el diluvio, me senté en el mecedor con las piernas encogidas y los ojos fijos en la oscuridad húmeda y llena de turbios pensamientos. Mi madrastra apareció en el vano de la puerta, con la lámpara en alto y la cabeza erguida. Parecía un fantasma familiar ante el cual yo misma participaba de su condición sobrenatural. Vino hasta donde yo estaba. Aún mantenía la cabeza erguida y la lámpara en alto, y chapaleaba en el agua del corredor. “Ahora tenemos que rezar”, dijo. Y yo vi su rostros seco y agrietado, como si acabara de abandonar una sepultura o como si estuviera fabricada en una substancia distinta de la humana. Estaba frente a mí, con el rosario en la mano, diciendo: “Ahora tenemos que rezar. El agua rompió las sepulturas y los pobrecitos muertos están flotando en el cementerio”. Tal vez había dormido un poco esa noche cuando desperté sobresaltada por un olor agrio y penetrante como el de los cuerpos en descomposición. Sacudía con fuerza a Martín, que roncaba a mi lado. “¿No lo sientes?”, le dije. Y él dijo “¿Qué?” Y yo dije: “El olor. Deben ser los muertos que están flotando por las calles”. Yo me sentía aterrorizada por aquella idea, pero Martín se volteó contra la pared y dijo con la voz ronca y dormida: “Son cosas tuyas. Las mujeres embarazadas siempre están con imaginaciones”.
Al amanecer del jueves cesaron los olores, se perdió el sentido de las distancias. La noción del tiempo, trastornada desde el día anterior, desapareció por completo. Entonces no hubo jueves. Lo que debía ser lo fue una cosa física y gelatinosa que había podido apartarse con las manos para asomarse al viernes. Allí no había hombres ni mujeres. Mi madrastra, mi padre, los guajiros eran cuerpos adiposos e improbables que se movían en el tremedal del invierno. Mi padre me dijo: “No se mueva de aquí hasta cuando no le diga lo qué se hace”, y su voz era lejana e indirecta y no parecía percibirse con los oídos sino con el tacto, que era el único sentido que permanecía en actividad.
Pero mi padre no volvió: se extravió en el tiempo. Así que cuando llegó la noche llamé a mi madrastra para decirle que me acompañara al dormitorio. Tuve un sueño pacífico, sereno, que se prolongó a lo largo de toda la noche- Al día siguiente la atmósfera seguía igual, sin color, sin olor, sin temperatura. Tan pronto como desperté salté a un asiento y permanecí inmóvil, porque algo me indicaba que todavía una zona de mi consciencia no había despertado por completo. Entonces oí el pito del tren. El pito prolongado y triste del tren fugándose de la tormenta. “Debe haber escampado en alguna parte”, pensé, y una voz a mis espaldas pareció responder a mi pensamiento: “Dónde...”, dijo. “¿quién esta ahí?”, dije yo, mirando. Y vi a mi madrastra con un brazo largo y escuálido extendido hacia la pared. “Soy yo”, dijo Y yo le dije: “¿Los oyes?” Y ella dijo que sí, que tal vez habría escampado en los alrededores y habían reparado las líneas. Luego me entregó una bandeja con el desayuno humeante. Aquello olía a salsa de ajo y manteca hervida. Era un plato de sopa. Desconcertada le pregunté a mi madrastra por la hora. Y ella, calmadamente, con una voz que sabía a postrada resignación, dijo: “Deben ser las dos y media, más o menos. El tren no lleva retraso después de todo”. Yo dije: “¡Las dos y media! ¡Cómo hice para dormir tanto!” Y ella dijo: “No has dormido mucho. A lo sumo serían las tres”. Y yo, temblando, sintiendo resbalar el plato entre mis manos: “Las dos y media del viernes...”, dije. Y ella, monstruosamente tranquila: “Las dos y media del jueves, hija. Todavía las dos y media del jueves”.
No sé cuanto tiempo estuve hundida en aquel sonambulismo en que los sentidos perdieron su valor. Solo sé que después de muchas horas incontables oí una voz en la pieza vecina. Una voz que decía: “Ahora puedes rodar la cama para ese lado”. Era una voz fatigada, pero no voz de enfermo, sino de convaleciente. Después oí el ruido de los ladrillos en el agua. Permanecí rígida antes de darme cuenta de que me encontraba en posición horizontal. Entonces sentí el vacío inmenso, Sentí el trepidante y violento silencio de la casa, la inmovilidad increíble que afectaba a todas las cosas. Y súbitamente sentí el corazón convertido en una piedra helada. “estoy muerta —pensé—. Dios. Estoy muerta”. Di un salto de la cama. Grite: “¡Ada, Ada!” La voz desabrida de martín me respondió desde el otro lado: “No pueden oírte porque ya están fuera”. Solo entonces me di cuenta de que había escampado y de que en torno a nosotros se extendía un silencio, una tranquilidad, una beatitud misteriosa y profunda, un estado perfecto que debía ser muy parecido a la muerte. Después se oyeron pisadas en el corredor. Se oyó una voz clara y completamente viva. Luego un vientecito fresco sacudió la hoja de la puerta, hizo crujir la cerradura, y un cuerpo sólido y momentáneo, como una fruta madura, cayó profundamente en la alberca del patio. Algo en el aire denunciaba la presencia de una persona invisible que sonreía en la oscuridad.
“Dios mío —pensé entonces, confundida por el trastorno del tiempo—. Ahora no me sorprendería de que me llamaran para asistir a la misa del domingo pasado”.

Monólogo

Favor, no se molesten,
que pronto me estoy yendo;
no vine a perturbarles
y menos a ofenderlos.
Ví luz en las ventanas
y oí voces cantando
y, sin querer, ya estaba tocando.
Yo también me alegraba
entre amigos y cuerdas,
con licores y damas,
mas ¿de eso quién se acuerda?
Fui un actor famoso,
siempre andaba viajando:
aqui traigo una foto,
actuando.
Me recordaron tiempos
de sueños e ilusiones.
Perdonen a este viejo,
perdonen.

Ya casi me olvidaba
pero, para mañana,
van a dar buen pescado,
hoy nos llegaron papas
y verduras en latas
al puesto del mercado.
En cuanto llegue y coma
me voy para la zona,
por lo de la basura.
Como la noche avanza
los dejo con la danza,
el canto y la cultura.

Disculpen la molestia,
ya me llevo mi boca.
A mi edad la cabeza
a veces se trastoca.
En la alegría de ustedes
distinguí mis promesas
y todo me parece
que empieza.
Favor, no se molesten,
que casi me estoy yendo;
no quise perturbarles
y menos ofenderlos.
Vi luz en las ventanas
y juventud cantando
y, sin querer, ya estaba
soñando.
Vivo en la vieja casa
de la bombilla verde.
Si por allí pasaran,
recuerden.

REÍR LLORANDO
Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra— el pueblo al aplaudirle le decía:
«Eres el mas gracioso de la tierra y el más feliz...»

Y el cómico reía.

Víctimas del spleen, los altos lores, en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso, llegóse un hombre de mirar sombrío:

«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío.

»Nada me causa encanto ni atractivo; no me importan mi nombre ni mi suerte en
un eterno spleen muriendo vivo, y es mi única ilusión, la de la muerte».

—Viajad y os distraeréis.
— ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
—¡Tanto he leído!
—Que os ame una mujer.
—¡Si soy amado!
—¡Un título adquirid!
—¡Noble he nacido!
—¿Pobre seréis quizá?
—Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis?
—¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia?
—Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios?
—Mucho... mucho...
—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos; yo les llamo a
los muertos mis amigos; y les llamo a los vivos mis
verdugos.
—Me deja —agrega el médico— perplejo vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo: sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
—¿A Garrik?
—Sí, a Garrik... La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa; todo
aquél que lo ve, muere de risa: tiene una gracia artística asombrosa.
—¿Y a mí, me hará reír?
—¡Ah!, sí, os lo juro, él sí y nadie más que él; mas... ¿Qué os
inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo; ¡Yo soy Garrik!
... Cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que, cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida, sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!

¡Nadie en lo alegre de la risa fíe, porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma, si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma, un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto y también a llorar con carcajadas.


Juan de Dios Peza

Una noche de insomnio

Una noche de insomnio,
quiso yo retratarte,
no sabes cuanto arte,
se necesito para hacerlo..

esta noche es como espejo,
y sabe bien de conjeturas,
se decir bien como es tu cintura,
y hoy hay palabras para tu pelo..

lo que no hay es algo bueno,
que se pueda comentar,
sin antes olvidar,
esa tu forma de tratar

Osvaldo Facundo Benitez Meabe

Ese tu ojo.

ese tu ojo,
el que parece esta viendo,
te esta mintiendo,
con mucho de lo que ve..

no te das tu cuenta,
que lo que cuenta,
tu no lo piensas perder...

lamento la desazón,
pero ese tu ojo,
porque no son dos,
te esta mintiendo hoy..

entra ya en razón,
cierra ese tu ojo hoy,
y ve en tu interior,
cual de todas es la oración..

no pierdas tu la intención,
que ya perdiste la razón,
por mirar por ese tu ojo,
porque no son dos...

Osvaldo Facundo Benitez Meabe.

Sobre la inspiración.
De la verde amapola que forma el espejo, sabes tu niño, ¿cuando moriras de viejo?. No lo sabes y sin embargo, la vida tiene su encanto al no estar programada. Es igual con las letras querido escritor, no es usted la escepción a tal regla sagrada. Sepa usted que la llegada, de su letra, la tan codiciada, es un enigma sagrado, siempre muy bien guardado. Cada uno tendra su ritual, pero es enigma sin desifrar, la razón por la cual, a veces biene y a veces se nos va. De tanto nos sirve llorar, sino a veces implorar, que el bendito Dios nos quiera inspirar...